Milei y el 'Momento Maquiavélico': ¿Argentina ante un Cambio de Régimen?

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La Argentina actual, bajo la presidencia de Javier Milei, se encuentra en un punto de inflexión. A medida que avanzan las reformas implementadas por su gobierno, las críticas se centran cada vez más en las "formas" del presidente, escalando desde sus modales hasta cuestionamientos a la institucionalidad. Se argumenta que estas formas, aunque acompañadas de una dirección estratégica supuestamente correcta, erosionan la institucionalidad y comprometen la sustentabilidad a largo plazo de las reformas.

¿Un Nuevo Príncipe Maquiavélico?

Para entender mejor este debate, es útil recurrir a la obra de Nicolás Maquiavelo. El historiador John Pocock, en su libro "El Momento Maquiavélico", rescata la figura de Maquiavelo no como un cínico promotor del "el fin justifica los medios", sino como un analista del cambio de régimen. Según Pocock, "El Príncipe" es una tipología de innovadores y su relación con la fortuna, una obra que aplica exclusivamente al contexto de una transición política.

¿Podemos aplicar esta perspectiva a la Argentina actual? ¿Es Milei un "nuevo príncipe" enfrentando la necesidad de transformar un régimen en crisis? La pregunta es si las acciones de Milei, percibidas como disruptivas y poco ortodoxas, son necesarias para un cambio profundo, o si, por el contrario, socavan las bases mismas de la institucionalidad democrática.

Milei: Un Ejecutor a Medida para una Argentina Rota

Algunos analistas sostienen que la figura de Milei no es una anomalía, sino el resultado de una demolición planificada. El macrismo y la pandemia habrían destruido el tejido social y la confianza en el Estado, creando un vacío que Milei ha sabido llenar. Su personalidad, caracterizada por el aislamiento y la falta de empatía, lo convierte en un ejecutor ideal para políticas neoliberales duras.

Milei no necesita empatizar con el dolor social, lo que le permite implementar medidas sin las restricciones emocionales que podrían afectar a otros líderes. Su falta de vínculos partidarios le da libertad para actuar sin compromisos, gobernando desde el exceso emocional en lugar de la razón. En este contexto, su "locura" no lo deslegitima, sino que lo define y lo hace eficaz.

La clave del éxito (o fracaso) de este "momento maquiavélico" dependerá de si Milei logra construir un nuevo orden sobre las ruinas del anterior, o si su gestión termina profundizando la crisis y erosionando aún más la confianza en las instituciones democráticas.